La oración más antigua a la Virgen María

¿Sabéis cuál es la oración más antigua a la Virgen María?

Parece ser que ya se rezaba por lo menos en el año 250 después de Cristo y además, ya llamaban a la Virgen, Madre de Dios, dos siglos antes de que se dijera en el Concilio de Éfeso. ¡Una maravilla!

Mejor veis el pps que me ha mandado José Ignacio, donde lo cuenta todo: Edgar Lóbel, Egipto, un papiro, “Sub tuum praesidium”…


La oración más antigua a la Virgen María


Por cierto, a mí no me han salido virus con el archivo pero no estaría de más que lo comprobarais vosotros.


oracionantiguaMaria.redimensionado


He pasado el pps a vídeo, así que aquí lo dejo también.


Ver: Dedicado a todos los fans de la Virgen


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24 pensamientos en “La oración más antigua a la Virgen María

  1. Reblogueó esto en soycurayhablodejesucristoy comentado:
    La fémina andariega María Clara se ha ido a Egipto a buscar unos pairos. Nos los cuenta en un «power point» y un vídeo, para que cada uno se sirva a su gusto. Y además, nos ha colado entre líneas un reportaje sobre la Virgen de los Desamparados. No en vano «praesidium» significa «amparo»…

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  2. Pingback: La oración más antigua a la Virgen María – Laus Deo

  3. Permitidme que aventure una suposición. Creo que el Magníficat es la oración mariana más antigua, ya que fue la santísima Virgen quien la pronunció primero. Hay otras oraciones que recogen lo que Ella dijo, como el Ángelus, de donde recuerdo la oración más pura que un cristiano puede hacer: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra». Así, la primera oración mariana pudo ser de la misma Virgen María.

    Luego tenemos la salutación de su prima Santa Isabel, en el Avemaría.

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  4. Puestos así, la de San Gabriel se lleva la palma; en el Evangelio ya sabéis que es más larga, pero en el avemaría decimos: «Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo». El «llena de gracia» fue el principal fundamento para el dogma de la Inmaculada.

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  5. Me ha caído hoy en suerte leer algo sobre el «Sub tuum» (Cándido Pozo, «María, Nueva Eva», Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 2005, 355-356). Y, de la paja, entresaco dos cosas:

    1.- No has dicho quién data la oración en el año 250. Yo sospecho que es muy temprano. Yo encuentro, en este autor que leo: autores que sostienen una datación anterior al Concilio de Éfeso, que son Jouassard (1959), Checcetti, Jourion, Vannucci (1941) y, aunque no lo dice expresamente, el autor del manual, Pozo (2005); un autor que admite una horquilla dentro de la cual la oración puede ser preefesina, contemporánea a Éfeso y post-efesina: la horquilla que va de 300 a 450 (Mercenier, 1939); un solo autor la considera post-efesina sin reservas, y la adscribe al final del s. IV: Stegmüller.

    2.- A Edgard Lobel, que según tú descubrió el papiro y lo dató en 250, aquí -con razón o sin ella-, no se lo menciona siquiera. Aquí se dice, solo, que el primer estudio fue el de F. Mercenier en 1939.

    3.- Y más importante es esto: Pozo ofrece otra traducción, ya que asegura que, «traducido de su forma original dice:

    ‘Bajo tu misericordia nos refugiamos, oh Theotókos, no desprecies nuestras súplicas, sino líbranos del peligro, sola pura, sola bendita’ «.

    No obstante, estoy seguro de que en nada desmerecemos de la tradición si seguimos rezándola según esa otra tradición (tradición de traducción) con que, pasando por el latín, arribó a las dulces aguas del Mediterráneo (¿la traería alguna vez San Agustín (por ejemplo) al Mediterráneo de mi vieja Barcelona…)?

    Y, aun así, yo veo una diferencia entre la versión castellana que das y la que debemos tener por oficial, porque está en un libro litúrgico tan importante como es la Liturgia de las Horas (apartado «Ordinario…», sección «Completas», última pág.): que no dice «no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades,… oh siempre Virgen,…»; sino: «no deseches…; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita».

    Si nos acordamos, será bueno que no desluzcamos y no transmitamos alterada la tradición que hemos hecho nuestra: y que, a lo mejor, dentro de otros diecisiete siglos, nuestros prepósteros digan, inclinando la raspa, que lo hemos hecho muy bien.

    Y el día 9, la fiesta de la Encarnación.

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